Jimmy Morales Cabrera

(Nota de actualización: esta biografía fue publicada el 29/10/2015. El ejercicio de Jimmy Morales como presidente de la República de Guatemala se inició el 14/1/2016 y concluyó el 14/1/2020. Su sucesor en la jefatura del Estado fue Alejandro GIammattei).

"Ni corrupto, ni ladrón". Con esta simple presentación personal ha convencido el cómico y productor de cine y televisión Jimmy Morales en 2015 a una insospechada mayoría de paisanos para convertirle en el nuevo presidente de Guatemala. En la segunda vuelta electoral del 25 de octubre, Morales, candidato y secretario general de un partido de corto recorrido y orientación conservadora, el Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación), vapuleó a su adversaria del centroizquierda, Sandra Torres, con el 67,4% de los votos. Tras este triunfo aplastante cobran menos importancia la personalidad carismática y el programa regenerador de un hombre, aspectos que no definen bien a Morales y su poco precisado proyecto, que las ganas de la población de castigar a la clase política tradicional, la cual, cuando se cumplen 30 años del retorno de la democracia y 19 desde el final de la guerra civil, no ha hecho gran cosa para sacar a la nación centroamericana de su histórico rezago económico y social, y sí mucho para que el tumor de la corrupción haya crecido hasta poner en peligro los órganos vitales del Estado.

De hecho, Morales debe la banda presidencial, que recogerá el 14 de enero de 2016 con un mandato de cuatro años, al abrumador deseo de cambio radical, de transformación profunda, prendido en la sociedad a raíz de la vasta movilización popular de la primavera y el verano de 2015 contra el presidente Otto Pérez Molina, símbolo del escándalo de corrupción conocido como La Línea. Manteniendo una presión ambiental sobre las instituciones —Fiscalía General, Comisión Internacional Contra la Impunidad (CICIG), Congreso de la República— que ejecutaron los procesos judicial y parlamentario, la calle tumbó al Gobierno, faltándole menos de un año para completar su período constitucional, de Pérez Molina; en la actualidad, este se halla preso y a la espera de juicio acusado de ser el padrino de la trama de sobornos, contrabando y fraude fiscal que parasitó las aduanas nacionales.

Morales, más allá de su currículum multifacético (además de actor, humorista y empresario, exhibe cuatro titulaciones universitarias y unos estudios de Teología impelidos por su acendrada fe cristiana evangélica), y del tono desarrollado durante la campaña, serio y mesurado, para transmitir una imagen de estadista responsable, ha resultado convincente precisamente por su mínima experiencia política y por su extracción no plutocrática. Sin embargo, no han dejado de suscitar cierta inquietud la indefinición ideológica del candidato y el pasado reciente del FCN, un partido fundado por antiguos altos mandos militares veteranos de la lucha contrainsurgente y de posiciones derechistas duras. El mandatario electo declara que él es "un político diferente" y un "hombre de fe" con una sola ideología, "el nacionalismo".

Con estas premisas personales, que, junto a la proclamación de honradez, apelan a la confianza en él, Morales promete un Gobierno comprometido con la transparencia y rectitud de los poderes públicos, la lucha contra la pobreza y la desnutrición, el desarrollo económico y la mejora de la seguridad ciudadana, en uno de los países mas violentos del mundo sin situación de conflicto armado. Ha hecho un diagnóstico certero del que quizá sea el problema más crítico del momento, la penuria de fondos y recursos fiscales del Estado, y entre otras soluciones propone ampliar la base recaudatoria de la hacienda guatemalteca sin subir los impuestos o aplicar otros nuevos. Esta coyuntura financiera negativa se solapa a los ya citados lastres estructurales, uno de los cuales, la corrupción saqueadora de funcionarios y empresarios, alimenta aquella. El nuevo presidente deberá responder al deseo general de reforma política y, por otro lado, afrontar el deterioro de la seguridad alimentaria a causa de la sequía estival, situación que el fenómeno climático de El Niño podría agravar en breve.


(Texto actualizado hasta 29 octubre 2015)

1. Cómico de la pantalla guatemalteca con facetas académica y empresarial
2. Salto de los platós a la política y entrada en el Frente de Convergencia Nacional
3. Elección presidencial en 2015 con el mensaje de una política diferente y la promesa de honestidad

1. Cómico de la pantalla guatemalteca con facetas académica y empresarial

El quincuagésimo presidente de la República de Guatemala nació en 1969 en la capital del país en el hogar formado por los señores José Everardo Morales Orellana, locutor radiofónico de profesión, y Celíta Ernestina Cabrera Acevedo. A la edad de tres años quedó huérfano del padre, fallecido en un accidente de tráfico, y el niño, sus hermanos y la madre se fueron a vivir con los padres de ella, quienes regentaban un pequeño negocio de comercio de frutas. El muchacho ayudó a sus abuelos a vender bananos y completó la educación secundaria en el Instituto Evangélico América Latina (IEAL), del que salió con el título de Perito Contador.

Una vez finalizada la etapa escolar, Morales emprendió estudios superiores en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), por la que obtuvo una Licenciatura en Administración de Empresas. A la vez que se adiestraba como empresario en la USAC, el joven, movido por su fe evangélica, tomó clases de Teología en el Seminario Teológico Bautista en calidad de estudiante seglar. Siempre según su biografía oficial, fue a los 23 años cuando fundó su primera empresa, "una oficina de asesoría financiera con la que logra ayudar a muchos pequeños empresarios". Luego probó suerte en los ramos de la distribución y venta de ropa de segunda mano y menaje del hogar.

Inquieto y emprendedor, de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) comerciales Morales hizo un exitoso salto al mundo del cine, la radio y la televisión, donde desarrolló las facetas de productor, director, locutor —el oficio de su difunto padre— y actor de comedia. Fue en esta última vertiente profesional, formando pareja artística con su hermano Samuel Everardo, Sammy, donde el futuro estadista reveló su innato talento para el espectáculo con vena humorística, gracias al cual se convirtió en una celebridad nacional, si bien nunca de primer orden, querida por el público. Los hermanos Morales acuñaron los personajes que les dieron fama, Nito y Neto, en el programa dominical de televisión Moralejas, que comenzó a emitirse en 2000 y que en la actualidad transmiten el Canal 7 de Guatemala y el Canal 429 de DirecTV en Estados Unidos.

De ahí pasaron en 2004 a la actuación en la gran pantalla como protagonistas de una serie de películas y cortos de bajo coste realizados por ellos mismos con su productora, Moralejas Films. Una de estas películas, filmada en 2007, tenía un título, Un presidente de Asómbrero, que para algunos, ocho años después, iba a cobrar un sentido premonitorio. Sin embargo, Un presidente de Asómbrero fue concebida por Jimmy Morales, nombre adoptado en 2011 por el ya entonces aspirante a cargo político en lugar del James Ernesto que constaba en su partida de nacimiento, como una parodia de la política centroamericana; de hecho, su ingenuo personaje, bigotudo y con sombrero de ranchero, recordaba físicamente al entonces presidente de Honduras, José Manuel Zelaya. Aunque trabajaban el género de la comedia, los hermanos Morales solían deslizar en sus historias amables críticas sociales a situaciones cotidianas como la pobreza, el racismo y el populismo en la política.

Una temática completamente diferente tuvo Gerardi, un biopic rodado en 2010 en clave de drama histórico documental sobre la vida de monseñor Juan José Gerardi Conedera, obispo auxiliar de la Archidiócesis de Guatemala y activo defensor de los Derechos Humanos, asesinado en 1998 por una camarilla de mandos del Estado Mayor Presidencial. El largometraje, coproducido con la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG), de la que Gerardi fue director, y financiado por la Secretaría de Paz de la Presidencia de la República (SEPAZ), entonces controlada por el partido centroizquierdista Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) del presidente Álvaro Colom Caballeros, omitía el pasaje del magnicidio y se centraba en la labor religiosa y social realizada por el prelado en las comunidades de fieles y al lado de los excluidos en los años de la guerra civil, así como en sus tensas relaciones con el estamento militar, que le acusaba de amparar a los subversivos de las guerrillas. Gerardi mereció varios reconocimientos y premios, como el de la 8ª edición del Festival de Cine y Video Latinoamericano de Buenos Aires. En ese mismo certamen, Sammy Morales recibió el galardón de mejor actor por su caracterización de un oficial del Ejército guatemalteco en Gerardi.

Fuera de su productora, Jimmy y Sammy hicieron de extras, sendos carteros, en la película estadounidense Looking for Paladin, dirigida en 2008 por Andrzej Krakowski y con los veteranos Ben Gazzara y Talia Shire de actores principales, y tres años después él fue el protagonista de Fe, del realizador guatemalteco Alejo Crisóstomo.

Según cuenta en su biografía en tercera persona, Morales sintió la llamada de la política ya en 1998, cuando, estando en España por motivos académicos, se sintió conmovido por el episodio bélico del asedio del Alcázar de Toledo, uno de los más famosos hechos de armas de la Guerra Civil Española, ensalzado por la posterior dictadura de Franco. "Esta historia narra como el comandante del Alcázar de Toledo sacrifica la vida de su hijo por salvar la soberanía de su nación. Esta experiencia es un detonante de su sentimiento nacionalista que lo mueve a interesarse más por los asuntos nacionales", puede leerse en la web de Morales al pasar revista a su trayectoria.

De vuelta en Guatemala, Morales "decide iniciar un proceso de preparación espiritual y académica para poder servir a su nación, como esta se lo demanda", sigue explicando la biografía, si bien fue su carrera televisiva y cinematográfica la actividad que predominó en toda la década siguiente. El currículum de Morales recoge asimismo tres titulaciones universitarias de posgrado para las que no da fechas: un Máster en Dirección de Medios Masivos de Comunicación por la Universidad Panamericana, otra Maestría en Altos Estudios Estratégicos, con especialidad en Seguridad y Defensa, por la Universidad Mariano Gálvez de Guatemala (UMG) y un Doctorado en Seguridad Estratégica por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la USAC. Sin precisar cuándo tampoco, la hoja de vida del político informa además que fue docente en la Facultad de Ciencias Económicas y en la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la USAC.


2. Salto de los platós a la política y entrada en el Frente de Convergencia Nacional

Sin interrumpir por el momento sus trabajos para el cine y la televisión, Morales demoró su estreno en la política representativa hasta 2011. En septiembre de aquel año se presentó como candidato a la alcaldía de Mixco, municipio del Departamento de Guatemala y, con 400.000 habitantes largos, el segundo más populoso del país por detrás de la Ciudad de Guatemala, con la que forma un conurbano al oeste. El cómico se postulaba por Acción de Desarrollo Nacional (ADN), un pequeño partido de centroderecha de inspiración humanista cristiana y fundado en fechas recientes por Adela Camacho de Torrebiarte, la ministra de Gobernación de la Administración Colom. Con menos del 8% de los votos, Morales quedó tercero en una contienda municipal que tuvo como ganador a Otto Pérez Leal, aspirante del derechista Partido Patriota (PP) e hijo del ex general Otto Pérez Molina, a su vez convertido en el nuevo presidente de la República. Además, los pobrísimos resultados obtenidos por ADN a nivel nacional (menos del 1% en las legislativas y las presidenciales, donde Torrebiarte fue el farolillo rojo, la última de diez candidatos) le privaron, de acuerdo con la ley, de su personería jurídica y el partido pasó a mejor vida.

Tras esta decepción, Morales volvió a sus quehaceres de productor y actor, y durante unos meses se desentendió de la política. En 2012, sin embargo, volvió a la carga con un proyecto político personal llamado NACIÓN. Proclamando como única guía ideológica el nacionalismo explícito en el nombre del movimiento, aún por articular, Morales entró en conversaciones con el Frente de Convergencia Nacional (FCN), una formación extraparlamentaria de corto recorrido que se remontaba a 2004, cuando surgió a iniciativa de un grupo de antiguos altos oficiales del Ejército de marcada orientación derechista y descontentos con los resultados de los procesos de desmovilización, reforma militar y fijación de responsabilidades por las pasadas violaciones masivas de los Derechos Humanos, que siguieron a la firma en 1996 de los Acuerdos de Paz entre el Gobierno de Álvaro Arzú Yrigoyen y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), los cuales pusieron fin a 36 años de atroz conflicto armado interno.

El crisol del FCN era la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (AVEMILGUA), cuyo principal propósito era ayudar a la reinserción en la vida civil del personal que había prestado servicios en los distintos cuerpos y unidades de la institución armada. Una queja habitual de la AVEMILGUA era que el Estado guatemalteco, desde los Acuerdos de Paz, no había defendido de la manera debida el "honor y la dignidad" del Ejército, acusado sistemáticamente de cometer la mayor parte y los peores crímenes de la larga guerra civil; esas fueron las conclusiones de los informes del proyecto Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI, encabezado por monseñor Gerardi) en 1998 y de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) en 1999. Por lo demás, la AVEMILGUA insistía en que en Guatemala nunca había habido un genocidio de campesinos indígenas.

Hasta enero de 2008 el FCN, que tenía como dirigentes al general retirado José Luis Quilo Ayuso (señalado habitualmente por su extremismo de derechas y por, supuestamente, haberse opuesto en su momento a los Acuerdos de Paz), al también ex general Luis Felipe Miranda Trejo (veterano de la inteligencia castrense y previamente vinculado al Frente Republicano Guatemalteco de Efraín Ríos Montt y Alfonso Portillo Cabrera) y al antiguo teniente coronel Édgar Justino Ovalle Maldonado (un oficial presuntamente implicado en las sangrientas operaciones contrainsurgentes en el área maya Ixil a principios de los años ochenta), no consiguió del Tribunal Supremo Electoral (TSE) la luz verde para operar. Luego, en las elecciones generales de 2011, concurrió sin aspirante presidencial, pues su precandidato, el abogado Ricardo Sagastume Morales, declinó presentarse ante la falta de fondos. Este ausencia en la liza presidencial ganada por Pérez Molina libró al FCN de quedar extinguido pese a que en los comicios legislativos y municipales apenas reunió un puñado de votos y no metió ni un solo representante popular en las instituciones.

Las negociaciones entre Morales y la dirigencia del FCN en los últimos meses de 2012 desembocaron en la proclamación del FCN-Nación. En la Asamblea Nacional del 10 de marzo de 2013 Morales, que dejó clara su ambición de candidatear a la Presidencia de la República en las elecciones de 2015, fue proclamado secretario general del nuevo partido, para el que el nacionalismo guatemalteco significaba "amor a la nación y dignidad individual como bases para la dignidad nacional". Parafraseando el Himno Nacional, Morales y sus conmilitones escogieron como lema Por una Guatemala feliz e inmortal.

El fichaje de uno los rostros más conocidos del país permitió al FCN-Nación, hasta entonces un grupúsculo sin el menor futuro, cobrar vuelo lleno de ilusión, además de escorarse un tanto al centro ideológico con su insistencia en los principios de la legalidad constitucional republicana, los derechos de las personas, la democracia social y participativa, y la defensa del Estado de derecho como garante del imperio de la ley, la convivencia democrática de los ciudadanos y la aplicación de políticas de desarrollo integral. Pero el FCN-Nación era igualmente un partido comprometido con la ley y el orden, que llamaba a ser inflexibles contra los "flagelos" de los delitos económicos de los servidores públicos, la narcoviolencia, el crimen organizado, la delincuencia común, y la inseguridad ciudadana y la impunidad en su sentido más general. Un discurso de acciones expeditivas y moralista, dicho sea de paso, que también formulaba el Partido Patriota del presidente Pérez Molina, a quien aguardaba el descomunal escándalo de corrupción conocido como La Línea.


3. Elección presidencial en 2015 con el mensaje de una política diferente y la promesa de honestidad

Una vez iniciado 2015, fue precisamente el paulatino desmoronamiento del Gobierno Pérez, acorralado por las acusaciones de lucrarse con una trama de sobornos, contrabando y fraude fiscal a gran escala en las aduanas del país, lo que catapultó a Morales de la condición de precandidato presidencial pintoresco y simpático, pero al que casi nadie tomaba en serio por su inexperiencia y vaguedades, a la de aspirante sólido y atractivo para una población que asistía con creciente indignación a la cascada de revelaciones periodísticas y judiciales de La Línea, y que, con un ímpetu cívico nunca visto en Guatemala, se movilizó de manera multitudinaria en las calles para exigir la dimisión inmediata del jefe del Estado.

Luego, Morales iba a reconocer que él se mantuvo alejado de las manifestaciones, pese a compartir de corazón los deseos de regeneración nacional voceados por las decenas de miles de personas que participaron en las mismas, porque comprendía que la movilización de repudio era eminentemente cívica, sin sesgos políticos partidistas, y que una presencia suya allí habría sido interpretada como que deseaba sacar tajada proselitista. Sin embargo, reveló, sí había ayudado, de manera discreta, a mantener viva la campaña de protestas con algunas aportaciones materiales.

El 17 de mayo de 2015, al mes de estallar el escándalo en el corazón del oficialismo y días después de producirse la dimisión de la vicepresidenta de la República, Íngrid Roxana Baldetti Elías, incriminada en La Línea, Morales fue proclamado candidato presidencial del FCN-Nación, llevando como compañero de fórmula a Jafet Ernesto Cabrera Franco, antiguo rector de la USAC y luego secretario de Asuntos Agrarios durante el Gobierno de Óscar Berger Perdomo (2004-2008)

El candidato opositor dijo entonces que su plan de Gobierno se basaba en cuatro líneas de acción, cuales eran el desarrollo económico, la infraestructura, la educación y la salud. Sin embargo, el FCN-Nación no se tomó la molestia de elaborar y publicar un programa electoral al uso. Así que en los meses siguientes, Morales fue desgranando de viva voz sus propuestas para confrontar la plétora de problemas, todos muy graves, que tenían atenazado y comprometían el futuro de uno de los países más pobres de América.

Saliendo al paso de la lacra que dominaba los titulares de prensa en estos días, la corrupción política y funcionarial con dimensiones de expolio de los bienes públicos, el pretendiente nacionalista propugnaba una serie de medidas para asegurar la probidad, transparencia y buena administración de los servidores y las instituciones del Estado, poniendo énfasis en los mecanismos de fiscalización de gastos y rendición de cuentas. En este capítulo entraba el respeto a los mandatos, cuestionados por el entorno de Pérez Molina, del titular de la Fiscalía General y de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), las dos oficinas que venían impulsado el esclarecimiento de La Línea y la aplicación de justicia penal a sus responsables. "Ni corrupto ni ladrón", fue el eslogan de campaña del actor metido a candidato presidencial.

Morales habló asimismo de incrementar los fondos, ampliar la cobertura y mejorar la efectividad de los vitales programas sociales conducidos por el Ejecutivo de la nación, como el Pacto Hambre Cero, instituido por la Administración Pérez y calificado por el candidato de "loable", y los Consejos Comunitarios de Desarrollo Urbano y Rural (COCODE). La obtención de más recursos fiscales para sufragar dichos programas y, en general, sostener las necesidades del gasto público era una prioridad de lo más acuciante.

Aquí, Morales precisó toda una batería de actuaciones, desde la austeridad en los gastos corrientes del aparato estatal hasta la emisión de bonos de deuda soberana, pasando, como no podía ser de otra manera, por la reestructuración y modernización de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) y del Servicio Aduanero de Guatemala, cuya reputación la trama criminal de La Línea había dejado destrozada. La vía principal, la tributaria, también se contemplaba, pero con una precisión importante: Morales creía que el Estado tenía que ingresar más no subiendo los impuestos o imponiendo nuevas cargas, sino ensanchando la base recaudatoria. "Hay que pagar aunque no nos guste, hay gente que gana bien y no tributa", argüía el candidato, quien, recordaba, también era empresario. Por lo que se refería al Sistema Nacional de Salud, este debía ganar eficiencia con políticas de regionalización y descentralización.

No podían faltar las apelaciones a ganarle la batalla a la inseguridad ciudadana en un país que sus propios habitantes consideraban "ultraviolento". En este terreno, Morales parecía apostar por desmilitarizar la persecución del crimen organizado al insistir en un salto sustancial en la profesionalización, capacidades logísticas y dotación de la Policía Nacional Civil (PNC), necesitada de más agentes, así como en la promoción de una política de seguridad basada en la prevención del delito.

Inquirido por sus vínculos con los militares retirados que habían conducido el primer FCN, Morales, declarado en contra del aborto, el matrimonio homosexual y la legalización de la marihuana, aseguró que su partido y su equipo de colaboradores estaban integrados por personas profesionales y de "clase media", de trayectoria fundamentalmente civil, con expedientes limpios y, como él, poco rodados en política. No era cierto, insistió, que tuviera tratos con las Fuerzas Armadas, aunque tampoco tenía nada contra ellas. Ahora bien, el cabeza de lista nacional al Congreso del FCN-Nación no era otro que el ex teniente coronel Édgar Ovalle, uno de los fundadores del FCN. Por otra parte, el nacionalista manifestó en un programa de televisión la opinión de que en la guerra civil no había habido un "intento de exterminio" de población indígena por parte del Ejército.

El trepidante desenlace de la crisis política nacional entre finales de agosto y principios de septiembre de 2015, días en los que se sucedieron el antejuicio parlamentario, desafuero, dimisión, arresto, procesamiento y envío a prisión preventiva de Pérez, al que reemplazó para completar el mandato presidencial de cuatro años que vencía el 14 de enero de 2016 el hasta entonces vicepresidente, Alejandro Maldonado Aguirre, llegó a eclipsar un tanto las elecciones generales del 6 de septiembre, que en unas circunstancias de normalidad institucional habrían tenido un mayor relieve.

Sin generar ruido, la opción de Morales, quien mostró en toda la campaña unas formas serias, articuladas y propositivas, nada evocadoras de su larga etapa como caricato y humorista, fue avanzando posiciones en los sondeos, hasta adelantar a su contrincante del centroizquierda, la ex primera dama y secretaria general de la UNE Sandra Torres Casanova, quien en 2011 ya había intentado candidatear en nombre del oficialismo con el ardid del divorcio de su esposo, el presidente Colom, y pisarle los talones al durante mucho tiempo gran favorito, el rico empresario Manuel Antonio Baldizón Méndez, del partido de centroderecha Libertad Democrática Renovada (LIDER) y derrotado por Pérez Molina cuatro años atrás, el cual llegó a la recta final de la campaña muy tocado por la acumulación de líos con la justicia sobre presuntos manejos corruptos y claras violaciones de la normativa electoral.

Había consciencia del rápido avance de Morales, cuya imagen de frescura y novedad, de hombre que nada tenía que ver con las trapacerías de la clase política tradicional, estaba calando con fuerza, pero los resultados de la votación del 6 de septiembre no dejaron de generar sorpresa: con el 23,8% de los sufragios, el aspirante del FCN-Nación se puso en cabeza y pasó a disputar la segunda vuelta con Sandra Torres, que recibió el 19,7%. En la estacada quedaron entre otros un desfallecido Baldizón, quien vio arrebatado por Torres el segundo puesto provisional por apenas tres décimas, el postulante del partido Fuerza, Alejandro Giammattei Falla, Zury Ríos Sosa de Weller, hija del ex dictador militar Ríos Montt, por Visión con Valores (VIVA), y el candidato del desacreditado PP, Mario David García Velásquez.

El 25 de octubre, finalmente, Morales se proclamó presidente con un impresionante 67,4% de los votos. La participación en la primera vuelta alcanzó el 71,3% y en la segunda el porcentaje de votantes cayó al 56,3%. La gran pega para los nacionalistas fue su muy flojo rendimiento en las legislativas, pues solo consiguieron 11 de los 158 asientos del Congreso de la República, quedando por detrás de LIDER (la fuerza más votada con 44 diputados), la UNE, el partido social liberal Todos, de Felipe Alaejos, y el PP. Tamaña minoría parlamentaria iba a obligar a Morales a negociar a fondo con los otros grupos parlamentarios si quería sacar adelante sus proyectos legislativos luego de recibir la banda presidencial el 14 de enero de 2016.

Jimmy Morales está casado desde hace más de dos décadas con Hilda Patricia Marroquín Argueta, quien le ha dado tres hijos y que solo apareció ante los medios al lado de su esposo después de conocerse el resultado de la segunda vuelta de las presidenciales. La ausencia durante la campaña electoral de la ahora próxima primera dama de Guatemala y posible secretaria de Obras Sociales del Gobierno, que indujo a la opinión pública a preguntarse por el estado civil del candidato, obedeció a razones de seguridad, pues Morales indicó que había sido objeto de amenazas de muerte.

(Cobertura informativa hasta 1/11/2015)